Esta es la verdadera fe cristiana:
Que adoramos a un solo Dios, sin mezclar sus personas ni dividir su esencia. Porque la persona del Padre es una persona distinta, la del Hijo es otra, y la del Espíritu Santo aún otra. Pero la divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es una, su gloria igual, su majestad coeterna. La misma cualidad que tiene el Padre, la tiene el Hijo y la tiene el Espíritu Santo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son increados, inconmensurables y eternos, y no son tres seres, sino un solo ser eterno.
Que Jesús de Nazaret se hizo carne, nació de la virgen María, fue crucificado bajo Poncio Pilato, padeció la muerte y fue sepultado, resucitó al tercer día, ascendió y está sentado a la diestra del Padre.
Que hay un solo cuerpo de Cristo, una sola Iglesia y una sola Esposa. La Iglesia comprende a todos los discípulos renacidos del trino Señor Jesús de Nazaret. Ya no separaremos en nuestros pensamientos, palabras ni acciones lo que Dios ha unido. Porque «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado; y ninguna ciudad ni casa dividida contra sí misma permanecerá en pie». Que nosotros, el cuerpo de Cristo, somos el templo del Espíritu Santo, y solo Dios construye su templo. El templo de Dios no es construido por manos humanas.
Que tenemos un solo Líder, y Jesús de Nazaret es el único Líder que necesitamos. Que honraremos los mandatos de Jesús por encima de las tradiciones humanas. Que se haga la voluntad de Dios al entregarle todo el control.
Que Jesús mandó a sus discípulos que hicieran discípulos y les enseñaran a obedecer sus mandatos. Nos comprometemos a seguir este mandato haciendo discípulos que, a su vez, harán más discípulos. Recordaremos a los pobres.
Que la verdadera fe cristiana es una amistad gozosa y agradecida con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, abrazando el camino de la adopción como hijos amados de Dios. Que solo Dios escribirá su ley en nuestros corazones y la pondrá en nuestras mentes. Que seremos transformados de adentro hacia afuera por la obra del Espíritu Santo.
Que Jesús de Nazaret vendrá con las nubes y todo ojo lo verá.